Capítulo 38-Lina

Me señala que rodee la barra para ir hacia donde él está, yo giro mi cabeza para ver a los chicos y Sole, como era de esperar, está mirándome con la boca abierta; le guiño un ojo y camino hacia el otro lado. Cuando llego, quedo de frente a él, posa sus manos sobre mis caderas y me mira fijamente a los ojos por unos segundos, luego me alza para sentarme en la barra.

—Ponte cómodo —susurra a centímetros de mi rostro.

Me recuesto, levanto mi top dejando mi estómago al desnudo, y él empieza el ritual. Siento el fresco de la sal, una línea que viaja desde el centro de mis costillas hasta mi ombligo; luego siento el líquido áspero llenándolo, y se acerca a mí, entregándome una rodaja de limón, la cual, coloca en mi boca.

— ¿Estas lista? —indaga en voz baja en mí oído.

Yo solo puedo asentir con la cabeza; Acabo de perder el don del habla y, si sigue con esa mirada de picardía que promete una noche con constelaciones, voy a perder el don de respirar.

Comenzo a sentir su lengua caliente, abriendo camino muy suavemente desde el centro de mis costillas hasta el ombligo; Mientras tanto, se escuchan los gritos de las personas que lo alientan. Una vez que llegó a mi ombligo, empieza a succionar el tequila que hay dentro, terminando por metro su lengua para sacar hasta la última gota; cuando se levanta puedo ver su sonrisa sexy, se inclina hacia mi rostro para tomar de mi boca la rodaja de limón, y puedo ver muy claramente su sonrisa de triunfo. Toma el limón de mi boca, rozando sus labios con los míos por unos segundos «unos largos segundos», y se queda cerca de mi rostro, exprimiendo el limón con sus dientes.

—Te toca —le aviso, inclinándome para levantarme.

Se recuesta sobre la barra y yo empiezo a preparar el ritual imitando lo que él hizo conmigo; levanto su remera dejando al descubierto «Mmmm.» un abdomen duro y lindo. Comenzo a hacer el camino con la sal hasta su ombligo; este hombre no tiene una pisca de pelo, ni siquiera debajo de su cadera, ¿tendrá pelos ahí...? Basta, Lina, concéntrate.

Las mujeres empezaron a gritar:

—¡Sigue hasta abajo con la sal!

—¡Yo también quiero la ronda con el barman!

—¡Después de ella me toca a mí! —se escucha otro grito. Después de mí no le toca a más nadie, qué les pasa.

—¡Comparte! —grita una más. Nada de eso.

—¡Lo siento chicas, pero es mío! —les grito. En cuanto dije eso, Seba comenzó a reírse—. Quédate quieto, que no voy a poder ponerte el tequila.

—Perdón —dice.

Sigo con el ritual, le relleno su ombligo con el tequila y luego me levanto hacia su rostro, poniéndole el limón en su boca y le susurro en el oído:

— ¿Estás listo? —cito sus palabras anteriores y, al igual que hice yo, se limitó a asentir con la cabeza.

Apoyo la punta de mi lengua entre sus costillas, donde empieza la línea de sal, y siento cómo contiene la respiración; recorro el camino hacia su ombligo muy suavemente, tal cual había hecho él, y puedo notar como contrae su duro abdomen. Cuando llego a su ombligo, succiono el tequila, e imitándolo, meto mi lengua en él para tomar hasta la última gota, mientras su respiración se agita. Los gritos nunca cesaron; al contrario, cada vez eran más altos y peores cuando llegaba a su ombligo. Luego me elevo y lo miro un instante mordiéndome el labio, y voy hacia su boca en busca de mi rodaja de limón; pero en un segundo deja escapar de su boca, toma mi nuca con una mano y me besa intensamente. Los gritos eran cada vez peores, y temo que me golpeen cuando salga de aquí. Me separo, quedando a centímetros de su boca.

—Hecho —le anuncio y me alejo.

Cuando rodeé la barra me agarra de la muñeca y me gira.

—Nunca me llames —demanda.

—Lo...siento...—vacilo—. Yo... perdí tu número; Después me fui de viaje, tuve asuntos que atender y... Con todo eso, me olvidé. No fue mí...

—Tranquila, no te estoy reclamando nada, solo preguntaba. Pensé que simplemente no querías llamarme.

—Dame tu celular —ordeno, extendiendo mi mano.

—¿Qué?

—Tu teléfono, dámelo —repito.

-De acuerdo.

Saca el celular de tu bolsillo y me lo tiende. Yo agendo mi número y se lo devuelvo.

—Listo; ahora tienes mi número para que te olvides de llamarme —entono con una sonrisa.

—Eso no va a pasar —aseguró, devolviéndome la sonrisa.

—Veremos.

— ¿Quieres apostar? —otro reto... No puede ser.

—Creo que ya hubo muchos retos por esta noche —dicho eso, le beso la mejilla y me doy la vuelta para irme con los demás.

—Bueno, llegó "coyote feo" —declara Gaby, muy divertida.

—Qué idiota —espeto.

—¿Qué? Casi tengo un orgasmo visual por tu culpa, debería ser un crimen eso —bromea, haciendo estallar las risas.

—Estoy con Gaby; por tu culpa, tuve que poner toda mi fuerza de voluntad para no llevarme a casa a Erik y hacer la ronda con él —nos hace saber Sole.

—Yo no me hubiera resistido —suelta el susodicho.

—Yo te privaría de tu libertad por eso; Acabo de presenciar un crimen premeditado, casi lo matas —demanda Lucas.

—Son unos idiotas importantes, elevados al cubo; No fue para tanto.

—Eso dices tú, pero él lo dudo; apuesto que se va a escabullir en breve para ir al baño —anuncia Gaby.

—Viniste de ahí, ¿verdad? —le retruco.

—De hecho, voy hacia allí —habla levantándose, dejándonos a todos carcajeándonos.

—La verdad, me gusta mucho la noche porteña —se deja escuchar Erik.

—Nosotros sí sabemos cómo divertirnos —concuerdo.

—Y lo dice la chica que, prácticamente, tuvo sexo sobre una barra con el barman enfrente de una multitud —se mofa Sole.

—Van a tener que custodiarme cuando salgamos, porque me acabo de ganar una cantidad importante de enemigas —aviso.

—Yo te cuido —afirma Lucas, pasando su brazo por mis hombros.

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