Capítulo 30-Alex

—Oye, ¿cómo están las cosas con Sole? —En cuanto dije su nombre se le formó una enorme y ridícula sonrisa.

—Bien, las cosas están muy bien con ella —canturrea con cara de enamorado.

—Me encantaría que te expliques —le pido.

—Bueno, verás... —se toma unos segundos—. Ella y yo, como que nos hicimos algo más serio —no entendí nada y, m****a, ¿Erik está nervioso?

—Habla claro Erik, ¿cómo es eso de "algo serio"? —arqueo una ceja.

—Bueno, nosotros nos vamos a seguir viendo; somos una pareja ahora —dice, con una sonrisa bobalicona.

—Mierda, y yo llenándote la cabeza con mi jodido y patético dramatismo. Te felicito —lo arrastro hacia mí para abrazarlo.

—Gracias.

—Con razón tenías esa sonrisa estúpida grabada en la cara —lo acuso, riendo.

—Vamos a dormir, así estás bien despierto cuando te golpeen —me hizo acordar que sí, efectivamente, iban a golpearme hoy, y la afortunada iba a ser Lina.

Camino un poco mareado hasta la cama y trato de ordenar mi cabeza antes de dormir, pensar qué puedo decirle, cómo puedo hacer para que me perdone; pero nada venta. Creo que lo mejor va a ser la espontaneidad; sé que ella va a empezar a hablar, oa gruñirme, y creo que desde ahí me va a ser más fácil hablar y decirle lo que pienso. Solo espero que me perdone.

Cuando despierto, trato de visualizar en dónde me encuentro, y de recordar un poco lo de anoche... Oh, m****a; Lina, hoy tengo que hablar con ella. Busco con la mirada a Erik, que si no recuerdo mal estaba conmigo y se había quedado; lo encuentro parado en la puerta, apoyado en el marco con dos tazas en las manos.

—Hey —lo saludo, y al momento me arrepiento—. Uh, qué dolor de cabeza... Espera, el whisky no da dolor de cabeza... —digo, tratando de levantarme.

—Seguro te la golpeaste anoche; cuando llegué estabas inconsciente en el suelo —me informa conforme me tiende una taza de café.

—No recuerdo mucho, y no me siento muy bien —la verdad es que me siento fatal.

—Bien, debes cambiarte rápido, las chicas se están yendo al aeropuerto —me avisa, al tiempo que revisa su celular.

—Al aeropuerto? ¿Se va? —pregunto confundido.

—Lina tiene que volver a su casa cuanto antes —diciendo eso se gira para salir del cuarto, pero lo detengo.

—¿Por qué? ¿Qué pasó?

—Tiene un problema familiar qué arreglar, solo eso —responde, pero no me mira a los ojos; Sé que algo no está bien, que algo más está pasando.

—Es sobre...—titubeo—. ¿Su hija? —pregunto abatido, y él asiente.

—Pero no es nada grave —se apresura a decir—; así que, apúrate si quieres alcanzarla —dice esto dándome la espalda y saliendo del cuarto.

¿Qué habrá pasado? ¿Por qué no creo que no sea nada grave? ¿Por qué Erik no me dice lo que en verdad está pasando? ¿Por qué me siento responsable? Soy tan idiota. Me levanto y rápidamente busco unos jeans gastados, una camiseta negra, las convers y una campera de cuero, para salir a buscar a las chicas, para alcanzar a Lina antes de que sea tarde.

—Ya estoy —le aviso a Erik, que extrañamente está muy calmado.

—Bien, vámonos.

Enfila hacia la puerta; Yo lo sigo y salimos de la habitación. Llegamos a la habitación de ellas, pero ya habían salido del hotel, así que nos dirigimos en silencio afuera y subimos al auto para ir rumbo al aeropuerto; No doy más de los nervios, espero que lleguemos antes de que suban a ese avión. Creo que me sentiría peor si Erik no se puede despedir de Sole por mi culpa; seguro que Lina no querrá escucharme, pero de veras me sentiría pésimo si ellos no pudieran despedirse como corresponde, por mi estúpida culpa. De todas formas, no entiendo la extraña calma que tiene él.

Llegamos al aeropuerto y corrimos hacia donde se encontraban. Sole fue la primera en vernos y, como era de esperar, corrió hacia Erik. Lina se doy vuelta, me miró directo a los ojos y, cuando lo hizo, sintió un fuerte dolor en mi pecho; sus ojos están oscuros, llenos de dolor y preocupación, no se parecían a los ojos que yo conocí, los ojos de aquel ángel, mi ángel. Parecía que hubiera llorado, y me corre un escalofrío por la espina dorsal al pensar que es seguro que lloró por mi culpa. Me acerco a ella con cautela, pero solo se limita a negar con la cabeza; me quedo paralizado por unos segundos, hasta que logro tomar valor y seguir, como siempre hago, como ella sabe que haría. Porque a pesar de conocernos hace solo unos pocos días, ella vio de mí más que cualquier otra persona que me conozca de toda la vida; Ella ve a través de mis ojos y lo sabe, aunque lo niegue por ser una terca, sabe quién soy. Ella puede verme, y yo a ella.

—Creí haberte dicho que te alejaras de mí —murmura, abrazándose a sí misma.

—Creí que sabías que no iba a irme con una negativa —entono, deseando que se acordara de esa frase; le sonrío y acaricio su mejilla.

—Alex, no lo hagas —me suplica.

—Que no haga qué? —susurro, tomando su cadera con mi mano libre para acercarla más a mí.

—Solo —titubea—... vete. Yo...

No pude dejar que terminara esa maldita frase, y hago lo mejor que puedo hacer para callarla; el beso. Ella jadea por el asombro, se resiste, pero solo por unos segundos, y entonces posa sus manos en mi cuello, subiéndolas a mi cabeza, enredando sus dedos en mi cabello y haciendo más intenso el beso, haciendo más necesitado. Yo necesitaba, y necesito ese beso; sentirla es lo único que quiero en este momento, tenerla para mí de nuevo. No puedo permitir que se vaya, la quiero aquí conmigo.

Pero ese beso no requiere mucho; algo pasó por su cabeza y se separó de mí, dejando una terrible distancia y un desagradable frío entre nosotros, y fue cuando la miré a los ojos que vi algo que no me gustaba; vi su decisión. De nuevo estaba allí esa maldita decepción, y me apresuré a hablar.

—Lina, lo siento; No quería decir todo eso, no era mi intención. Quédate conmigo, trae a tu hija, dame tiempo para demostrarte que no soy un idiota y que de verdad quiero estar a tu lado; Me vuelves loco, no puedo estar lejos de ti. Sé que es una locura, pero es como lo siento, es como me siento, jamás me sentí así por nadie... Por favor, perdóname —término diciendo lo último en casi un susurro; No quería dejarla pensar, sé que soy egoísta, pero la quiero a mi lado, a ella y quien esté con ella. No importa más nada; si ella está conmigo, lo demás es irrelevante.

—Yo ya te perdoné, Alex —afirma, mirando fijamente a mis ojos, como si buscara algo—. Sé que no hablaste consciente, te entiendo, está todo bien... ¿Sí? —Habla de una manera que no me gusta mucho, esa seguridad de ella me hace sentir inseguro a mí. Habla con definición; ella ya sabe lo que va hacer, y creo que no hay nada que yo pueda evitar.

—¿Por qué eso no me hace sentir mejor? —le pregunto, y ahora soy yo quien la mira a los ojos, pero buscando una respuesta en ellos, algo que me saque de todas mis dudas con respecto a lo que siento.

—No sé qué quieres, Alex —niega con la cabeza—. Ahora tengo que irme —declara, soltándose de mí.

—A ti —me apresuro a decir—. Te quiero a ti; no te vayas, quédate conmigo, por favor —le ruego, ya no sé qué más hacer.

Ella deja de alejarse y por un segundo pensé que se quedaba, que al fin la iba a tener conmigo de nuevo, que me había perdonado; pero me di cuenta que había algo más en esa mirada.

—Yo no puedo quedarme —asegura, negando con la cabeza.

—¿Es por tu hija? —indago, tratando de acercarme a ella; pero solo levanta la mirada y me vuelvo a congelar—. La traeremos. Traeremos a quien quieras; a toda tu familia, si es lo que quieres. —Doy un paso más y vuelve a negar, y no sé bien qué fue lo que dije de malo, porque me mira entrecerrando los ojos y pude ver un destello de enojo. Otra vez estaba esa m****a de la engaño, y su rostro enrojecido por la rabia. ¿Qué m****a dije de malo ahora?

—¿Y por qué soy yo la que tiene que quedarse? —La miro confundido, sin entender a dónde quiere llegar—. ¿Por qué no vienes conmigo? —cuestiona de manera desafiante, mostrando ese lado terco y peleador de ella, y yo no sé qué decir, jamás lo pensé; me quedo mudo, porque ella tiene esa reacción conmigo, porque a su lado me cuesta formular las palabras, decir lo que me pasa, lo que siento. ¿Por qué me pasa esto? Solo quedo en silencio—. Es lo que pensé —dicho esto, se gira hacia Erik y le tira un beso; se da la vuelta y se va a paso seguro, su espalda recta, sin mirar atrás. Y con ella se fue una parte de mí.

Mi mejor parte.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP