Capítulo 25

Nada salió bien; Esto está mal, no debería de ser así, se suponía que solo venía de vacaciones, a descansar, no a enamorarme de un egocéntrico, arrogante, narcisista... ¿Espera, enamorarme dije? No, eso no; Reconozco que me gustaba «o me gusta, lo que sea», pero no enamorarme. Una vez más, digo que tendría que haber hecho caso a Sole e ir a Brasil; Esas sí hubieran sido vacaciones, muchas brasucas, cariocas, mucho axé y, definitivamente, mucha caipirosca. Pero no; Yo tuve que ser testadura y terca, y venir aquí. Repito: esto no debería ser así. Ahora tendría que estar disfrutando, no tirada en una reposera en el balcón y lamentándome de cómo salieron las cosas. Nada hubiera sido diferente si le decía sobre Aye; Además, esto no debería haber sido tan serio como para que hablara de ella, y saber que después vienen las preguntas que llevan al padre. Eso es algo que prefiero no tocar, un pasado del cual no quiero hablar; no necesito saber sobre mi vida anterior, es algo de lo que no me enorgullezco y que quiero dejar atrás «muy atrás». Solo hay una cosa que rescato de ese momento turbio, y es mi hija.

Lo bueno es que en un par de días nos vamos; Quiero irme ahora, ya, mañana como tarde, pero no quiero arruinarle las cosas a Sole con Erik. Aparentemente, están bien; no imagino como sería para ellos, si arreglaron el volver a verso o si solo fueron más inteligentes e hicieron esto como dije en un momento que debería ser: "pasión de verano". Ojalá a una de nosotras nos haya ido bien.

—¿Estás bien? —Giro mi cabeza y veo a Erik, que se acerca a mi lado.

—Sí, perfecta. ¿Y tú?

—Bien, perfecto —me imita y se sienta en la reposera de al lado.

—¿Y Sole? —interrogó.

—Se está duchando —suspira, y noto como medita lo que va a decir—. No estás bien, no te ves bien —dice, mirándome.

—Ah... Gracias —le digo pareciendo ofendida. Sé lo que quiere decir, pero voy a hacerme la tonta.

—No me refería a eso. ¿Qué pasó con Alex?

—No quiero hablar de eso. —Soy evasiva, y no me importa.

—Está bien; entonces, no hables y escucha —toma una respiración profunda y se acomoda más en la reposera—: Mira, Lina, yo sé que no te conozco lo suficiente, pero por lo poco que he visto de ti, sé que eres una buena mujer, y puedo ver que no estás bien con lo que pasó con Alex. Él me contó el percance que tuvieron —Percance? ¿Acabas de decir eso?—. Me contó lo que te dijo y yo sé muy bien, por él y por mí, que lo conozco de toda la vida, que no quiso decir lo que dijo. No era él quien hablaba, sino la ira; se sintió traicionado y se cegó, habló sin pensar... —Me cansé del defensor particular de pobres, así que le corto su pequeño discurso.

—Erik, no dices cosas que no hayas pensado; él dijo que no me hubiera dicho que me quedara, si sabía que tenía una hija... —hablo con voz ronca, tratando de pasar el nudo en mi garganta al recordar nuestra estúpida pelea.

—¿En serio te dijo eso? —cuestiona.

-Si.

—¿Textuales palabras? —vuelve a cuestionar.

—Sí... Bueno, no... Pero es lo mismo —titubeo, porque la verdad ya no sé qué pensar.

—¿Por qué no le dijiste que tenías una hija? —me interroga, y no sé por qué, pero me siento acusada.

—Porque no se dio, y no lo vi como si fuera algo necesario. Vamos, Erik, todos sabíamos que nos separaríamos, que ninguno vive acá; No sé, no pensé que había necesidad de decírselo. Además, ¿cuál es el problema con que tenga una hija? —refutado; No me gusta que me juzguen.

—No hay ningún problema en eso; el problema fue que no lo dijeras.

—No lo creí necesario...

—Ya lo sé, Lina; te entiendo, y seguro que si hablas con él también lo va a entender. No está bien, y veo que tú tampoco lo estás; Los dos son muy buenas personas, no debería terminar así. No dejen que termine así —expresa, tratando de hacerme reflexionar, supongo.

—No importa; si no nos separamos ahora, iba a ser en un par de días —sentencia con total terquedad.

—Lina, ¿estás renunciando? Lo poco que conozco de ti me demostró que no eres de las que renuncian; la chica que no paró hasta subirse a una puta tabla de surf sin importar que se le entumeciese el cuerpo, en verdad no lo puedo creer —entona, negando con la cabeza.

—No estoy renunciando a nada, estoy siendo realista; esto iba a pasar tarde o temprano —dejo escapar un suspiro.

—No todo tiene que terminar mal —asegura mirando al mismo lugar que yo.

—Conmigo sí —réplica con lágrimas en mis ojos.

Él no sabe cómo son las cosas conmigo, no sabe que todo lo que termina, termina mal, y más si se trata de mí. Cometí muchos errores en mi vida; lo gracioso es que aprendí de ellos, y lo que mejor aprendí es a no dar una segunda oportunidad a un hombre, y la ironía de esto, es que lo aprendí después de dar muchas oportunidades a un solo hombre, el cual no se merecía ni siquiera la primera.

—¿Qué hacen? —escucho a Sole preguntar, acercándonos a nosotros y sacándonos de nuestros pensamientos.

—Nada, solo apreciábamos la vista —responde Erik, instándola a que se siente en su regazo.

—¿Le dijiste? —indaga.

—Decirme qué? —cuestiono, mientras él niega en silencio con la cabeza.

—Bueno, dos cosas. La primera, es que vamos a cenar y queríamos que nos acompañes —esboza, y espera mi respuesta, la cual no va a obtener.

—¿Y la segunda? —pregunto.

—Erik y yo.... Bueno, nosotros... —balbucea, y odio cuando hace eso.

—Sole, deja de tartamudear y habla.

—Nosotros vamos a seguir viéndonos; le pedí que fuera mi novia —declara Erik.

—Eso es genial, los felicito —los felicito mostrando una sonrisa genuina. Reconozco que no me lo esperaba, pero me pone muy feliz por ella, por ellos; Se ven geniales juntos.

—¿En serio, Lina? Yo sé que las cosas con Alex... —no la dejo continuar con esa idea estúpida que se le cruza en la cabeza.

—En serio, Solé; lo de Alex y yo no tiene nada que ver con ustedes. Además, estaba deseando que esto pasara, ya que un poco me agradan los dos —bromeo, sonriéndoles. La verdad es que estoy feliz por ella, ya le tocaba; Erik parece ser un gran hombre, y divertido, ella no se va a aburrir con él.

—Ay, pero que halago; así que te agradamos, es mucho eso de parte tuya —ironiza, poniéndose la mano en el pecho fingiendo sentirse halagada.

—Sí, me agradan; solo un poco —les aseguro, haciendo seña con el pulgar y el índice gesticulando una medida, mientras ella se acerca para abrazarme y Erik se sonríe.

—Y qué dices, vienes con nosotros a cenar? —me pregunta Erik haciendo ojitos.

—No, vayan ustedes. Yo tengo mucho sueño —miento; No estoy de humor, y voy a arruinar su cena.

—Lina, nos vas a acompañar —sentencia Sole, mostrando su ceño fruncido.

—No, Único; en serio, quiero dormir... Además, tienen que festejar lo de ustedes —trato de seguir con la sonrisa dibujada en mi rostro, y debo aclarar que no es nada fácil.

—Queremos festejarlo contigo —demanda Erik. ¿Cómo hago para negarme ahora?

—Festejamos otro día, ¿sí? Por fa, quiero la cama —suplico riendo, para que se vayan tranquilos.

—Bueno; más vale que, cuando vuelva, no te vea con toda la cara hinchada, o con ojeras por llorar o por no dormir, por dar vueltas tu cabezota —como si me la pasara llorando.

—Sí... Vayan, pásenla lindo —zanjo, y los echo agitando la mano.

Me besan, me dedican una mirada y se van. Quedo sola, para torturarme por mí misma... Qué inteligente. Pero iba a ser un estorbo para ellos; ahora tienen que estar bien y disfrutar. Tengo mis dudas de cómo harán para verso, estando tan lejos; cómo harán para que esa relación funcione. Pero claro está que no es de mi incumbencia, y que los voy a apoyar en todo lo que necesiten; Los dos merecen ser felices, y si esto funciona para ellos, funciona para mí.

Después de divagar tanto, de auto-torturarme y dar vueltas en mi cabeza sobre todo lo que pasó, los párpados empiezan a pesarme; ya casi me estoy quedando dormida.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP