Capítulo 111-Alex

—Sería un gran honor ser tu "papá" —respondió, regalándole una gran sonrisa.

—Gracias —chilla, salta hacia mí y me abraza.

No me lo esperaba, y mi pecho se hinchó por el orgullo que me da el saber que ella me quiere, y me quiere para que sea su padre. La abrazo con mucha fuerza, tratando de eternizar este momento.

—Gracias a ti, por darme la oportunidad —La separo un poco de mí y miro sus hermosos ojos verdes—. ¿Sabes qué? —le digo y ella niega con la cabeza—. Te prometo que siempre voy a cuidar de ti, voy a ser el mejor papá del mundo —Le beso la mejilla.

—¿Lo prometes? —pregunta, y levanta el dedo meñique para cerrar la promesa.

—Lo prometo —afirmo, enganchando mi dedo con el de ella para terminar de cerrar mi promesa—. Pero tienes que ayudarme, ya que soy nuevo en esto y no sé cómo hacerlo, ¿sí? —le pido, porque de verdad no sé bien cómo hacerlo y le soy sincero, al menos en esto puedo serle lo más sincero posible hoy.

—Siii —habla emocionada—. Como lo estás haciendo, vas bien.

Es raro, tengo una mezcla de sentimientos; por un lado me siento feliz, ella me hace feliz con que quiera hacerme parte de su vida de esta manera, siendo nada más y nada menos que su padre; Por otro lado me siento mal por Lina, por no saber nada de ella, ni siquiera cómo está.

—Bien, ahora sí; a dormir, princesa —La acuesto, le acomodo el edredón y beso su frente—. Descansa—susurro.

—Que sueñes con los angelitos —dice antes que me levante.

—Tú también —Me incorpora y salgo de la habitación; cuando direcciono para bajar las escaleras, me pego un susto de muerte—. M****a, me asustaste —acuso a Erik, que estaba apoyado en la pared con los brazos cruzados al pecho.

—Lo siento, no quería interrumpir —dice, señalando con la barbilla hacia la habitación de Aye.

—Escuchaste —Con claridad no se lo estaba preguntando.

—De hecho, sí; y si hubiera más luz en este pasillo, ambos podríamos vislumbrar los rastros de lágrimas en nuestros rostros —articula, y sé perfectamente que tiene razón.

—No sabes el orgullo, y lo feliz que me hizo sentir con todo lo que me dijo —Me acerco a él y lo abrazo, derramando más lágrimas.

—Lo sé, es una niña increíble y muy inteligente —Yo solo asiento con la mirada escondida—. Bueno, no muy inteligente, ya que te eligió para que seas su padre —bromea, y le golpeo el brazo.

—Idiota —mascullo.

—Vamos abajo, que están los demás, y deja de mariconear... Papi —se burla.

—Imbécil —lo insulto, dándole una patada en el culo.

Mientras bajamos por las escaleras voy refregándome la cara con las manos, para no mostrarme tan hecho m****a por toda la situación. Cuando estoy llegando a los últimos peldaños puedo divisar a Ian y Gaby caminando de un lado a otro, ya Sole sentada en el sofá con las rodillas en el pecho, abrazándolas. Ian está hablando por teléfono y, por lo que puedo llegar a entender, habla con policías; Gaby está pasándose una y otra vez las manos por la cabeza, desarmando su cabello.

—¿Saben algo de Lina? —pregunto apenas bajo las escaleras.

— ¿Qué pasó? —suelta Sole sobre las palabras que yo emitía.

—Nada —me responde Gaby—. ¿Cómo fue que se les perdió? —habla como preguntando, pero suena más a un reproche.

—Aparentemente, salió por atrás del resto, tomó el auto de Sole y se fue; los custodios no sabían nada, hasta que se les hizo extraño el tiempo que llevaba ahí.

—Esto es una m****a —masculla. Miro a Ian que sigue al teléfono; Vuelvo a mirar a Gaby y hablo.

—Es mi culpa —suelto, provocando que él me mire fijo.

—¿Qué? —exclama Sole, que me observa sin entender.

—Sí, es que... discutimos, por eso ella se quedó más tiempo en el resto…

—No seas idiota, Alex, todos discutimos con nuestras parejas —interviene Erik, que ya está sentado al lado de su chica, abrazándola.

—Pero es mi culpa; Si yo no le hubiera ocurrido pedido que se casara conmigo, no hubiéramos discutido. Ella hubiera llegado temprano y... 

—¿Le pediste que se casara contigo? —Erik está sorprendido por lo que acaba de escuchar, él nunca se hubiera imaginado que yo algún día me casaría, o incluso que pensara en eso. Le pedí a él que le diera el sobre a Aye, para que lo guardara en la mesita, pero nunca le dije qué contenía ese sobre; Pensaba hacerlo después, cuando todo estuviese dicho.

Desde que apareció Lina en mi vida, todo dio un giro de ciento ochenta grados; cosas que jamás pensé que podría llegar a sentir, o decir, ella hace que lo haga. Ella cambió todo en mí, y la amo por eso; Amo quien soy hoy, amo todo lo que puedo llegar a sentir. La amo por darme lo que necesitaba, sin que yo mismo supiese lo que era.

—Así es, tu queridísimo amigo quiere casarse; la mujer que quita el aire lo tiene bien agarrado de las pelotas —se regodea Ian, guardando el teléfono en el bolsillo del pantalón.

Habla así porque él es peor que yo, dudo que alguna vez sintiera lo que yo siento por Lina, o lo que Erik siente por Sole.

—Bueno, eso está bien, pero no entiendo por qué discutieron; es decir, eso no es un tema de discusión —Parece que Erik no conoce a Lina, porque en definitiva ese fue el tema de discusión.

—Ella no cree en el casamiento —interviene Gaby conforme se desploma en el sofá.

—¿No cree? —Erik sigue sin entender.

—No cree —le afirmo.

—Ella dice que un papel no te da más amor, que no hace la diferencia —explica el pelinegro, que con seguridad sí la conoce.

—Eso es una ridiculez; cuando amasas a alguien, quieres todo con esa persona —suelta Erik indignado.

—Lina ama de una manera diferente a los demás —le hace saber Sole con voz suave.

—Ella tiene otra forma de pensar, Erik; la única manera que pueda llegar a aceptar, es si la sorprenden, pero es difícil de sorprenderla... Y nunca te lo deja fácil —explica Gaby.

—Ni me lo digas —exclamo por lo bajo, ya que recuerdo lo que me pidió que haga. En eso, Ian empezó a reír.

—Con razón te mandó a que te tiraras por una paracaídas.

—¿Te dijo eso? —pregunta Erik, asombrado.

—Me dijo que buscara una forma original de pedirle matrimonio, que sería como un tal Samuel... no sé qué m****a.

—Samuel Garnett —entabla Sole, sonriendo; ella sabe bien lo que dijo la amiga, si leen esas chorradas de libros juntas.

— ¿Quién carajos es ese? —salta Erik molesto.

—Un personaje de un libro —Se queda mirándome sin entender—. Al fin —Suspiro—. Dijo que nos lanzamos en paracaídas en unas dunas en Brasil, como hizo ese tal Samuel Garnett —concluyo conforme él me mira desconcertado.

—Está loca —farfulla Gaby, descontento.

—Esa mujer es mi ídolo —Ríe Ian.

—Igual, eso no quiere decir que sea tu culpa que ella no aparezca... —Gaby no deja de terminar de hablar a Erik.

—Se culpa porque piensa que ella se fue por la discusión; ella es de hacer eso. Cuando necesita tiempo, o aire, ella... solo se aleja —En ese momento me mira a los ojos—. Pero no tienes de qué culparte, esta vez no fue eso lo que pasó; si fuese así, ya estaría aquí. No la dejaría mucho tiempo sola —Señala las escaleras, refiriéndose a Aye, y creo que tiene razón; en realidad sé que tiene razón.

—Gómez —Ian atiende el llamado de su teléfono—. Bien, ya vamos —le dice al interlocutor.

— ¿Qué te dijo? —se apresura Gaby.

—Encontraron el auto, está a media hora de aquí. Vamos —Sé que no está diciendo todo lo que le dijeron.

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