Al llegar a casa traté de subir las escaleras con pasos torpes, pero los brazos de mi hombre me interceptaron y me alzó como si fuésemos recién casados, haciendo que del susto se me escape un chillido. Traté de que me bajara, pero desistí al ver que no seguiría nada. Llegamos a la habitación, cerramos la puerta a su espalda y se dirige hacia la cama; una vez al lado de ella me saca los zapatos, todavía sin bajarme, luego me mira a los ojos de esa manera que hace parecer que ve más adentro de ti y fue deslizándome hacia el suelo con lentitud; logrando que mi cuerpo roce el suyo en el camino, hizo que apoyara los pies sobre el piso con suavidad, sin quitar los ojos de los míos. Me mantuvo así por un momento. Acarició con sus nudillos mi mejilla y fue bajando sus dedos hasta llegar al cierre del vestido.
—Afuera —susurra en mi oído; lo baja con lentitud, haciendo que el vestido caiga al suelo rodeando mis pies; me ayuda a salir de él, dejándome por completo desnuda bajo su escrutinio y c