Capítulo 105-Lina

Entro en la ducha y dejo que corra el agua caliente por mi cuerpo, la noticia de Sole me ha dejado descolocada. En eso siento una brisa en mi espalda, me giro y lo encuentro a Alex parado con las manos apoyadas en las caderas; me mira de arriba abajo, vuelve su mirada a mis ojos y ladea la cabeza. A veces da miedo cuando hace eso.

—Acaso piensas bañarte sola? —pregunta como si fuera un delito lo que estoy haciendo. Comienza a acercarse a mí; me acecha, mejor dicho.

—Alto —pongo una mano frente su pecho para que no siga, él me mira levantando una ceja como diciendo "¿Estás segura que quieres ir por ese camino?", pero lo ignora en rotundo—. Alex, tengo que cocinar; Si te metes conmigo, no voy a hacer tiempo a nada.

—Un rapidito —pide, poniendo cara de niño consentido, haciendo morritos.

—No, definitivamente no, y es mi última palabra —digo, tratando de no reír.

Pero él hace caso omiso y sin esperarlo me tira contra la pared, dejándome encarcelada entre esta y su cuerpo. Se queda mirándome a los ojos y se comienza a acercar, por instinto abre un poco la boca, esperando ese beso; pero nunca llega, él siguió hasta mi oído.

—Nunca vuelvas a decirme que no —susurra, y succiona el lóbulo de mi oreja. Agarrándome del culo, me levanta, haciendo que enrede mis piernas en su cintura.

—No podría —esbozo jadeando.

Alex irrumpe en mi boca y no se aleja hasta que necesito respirar, mientras entra en mí.

Luego de ducharnos, salimos y nos dispusimos a vestirnos. Se encuentra de espalda a mí, con un pantalón de chándal negro, e inevitablemente le miro el culo; debe ser un delito tener ese culo. De seguro que lo es. Me dan ganas de morderlo sin piedad. Miro como se pone una camiseta blanca y cómo se contraen los músculos de su espalda. Por los siete pecados capitales, se me hace agua la boca. Sacudo mi cabeza para concentrarme y terminar de vestirme. ¿Algún día dejaré de sentirme tan depravada y dejaré de desearlo tanto? Se da vuelta y me mira con su endemiada media sonrisa. M****a, me agarró infraganti.

—¿Disfrutando la vista? 

—Siempre —respondo, tratando de no mostrar lo que me afecta esa maldita vista.

Él sonríe por mi osadía, me toma de la mano y me estrecha contra su cuerpo.

— ¿Qué voy a hacer con usted, señorita? —pregunta, acomodando un mechón de mi pelo detrás de mi oreja.

—Por ahora, nada... A la cocina —digo, pellizcándole el culo. Sí, no me aguanté. Me separo y salgo de la habitación.

—Creo que lo más rápido es descongelar la lasaña —sugiere abriendo el refrigerador.

Cuando está metiendo la lasaña al horno, el timbre suena, me besa el hombro y se apresura a abrir la puerta.

—¡¡Mira!! —grita Sole, entrando a la cocina toda eufórica y agitando su dedo anular.

—Es hermoso —digo, asombrada por semejante piedra.

—Lo es, ¿verdad? Ay, Lina, estoy tan feliz —habla pegando saltitos, antes de abrazarme con fuerza.

—Te felicito.

—Bueno, Sole, ¿Cómo es que le pediste que se caso contigo? —bromea Alex.

—Cuidado, Hitler —dice ella, apuntándolo con su bendito dedo.

— ¿Cómo estás, Lina? —saluda Erik y me besa la mejilla.

—Bien, y veo que tú también.

—Feliz —exclama con una gran sonrisa.

—Bueno, siéntense y cuenten —insta Alex.

Nos cuentan; bueno, en realidad lo hace Sole, ya que no dejó metro bocado alguno al pobre Erik. Anoche ellos se fueron antes que nosotros, él la llevó a una isla en Tigre, a una cabaña en donde estaba llena de calas negras; Se las llaman así, pero en realidad son azules. Cuenta que había un camino hecho con pétalos de rosas rojas y velas, todo el lugar con luz tenue, alumbrado en su totalidad con las velas. Siguió el camino y se encontró con una mesa redonda, donde reposaban en ella un ramo enorme de calas negras, velas, una botella de champaña y dos copas. Detrás de la mesa había una pantalla en donde empezaron a aparecer fotos en diapositivas de ellos; la última foto se trataba de un estuche de terciopelo azul, que se encontraba abierto, y dentro de este yacía un anillo de compromiso. El mismo anillo que llevaba Sole en el dedo anular. Muy de verdad, y concluye romántico diciendo que se casan en dos meses.

— ¿Estás embarazada? —Las palabras salieron de mi boca antes que pueda detenerlas.

—Ay, no, Lina —chilla.

—Pero ¿por qué tan pronto? —cuestiono, porque, la verdad, dos meses. ¿Tan rápido?

—Porque es lo que queremos, simplemente por eso, Lina —contesta, y Erik al ver mi cara de desconcierto me mira para hablar.

—Lina, yo quiero casarme con ella ya; Quiero todo con ella —Deja de mirarme para posar sus ojos en ella—. Quiero que en todos los malditos lados y lugares diga que ella es mi mujer en su totalidad, quiero que a nadie le queden dudas de que ella es mía, que ella es mi mujer y yo su hombre.

—Por Dios, me va a agarrar hiperglucemia —bromeo.

—Lina —protesta mí amiga, mientras Alex se descostilla de la risa.

—Perdón, no fue en serio —digo riendo.

—Felicidades —dice Alex—. Espero que no atormentes tanto a mi amigo; lo bueno es que tiene una gran paciencia —bromea, mirando a Sole.

—Muy gracioso —La pelirroja entrecierra los ojos—. Va lo mismo para ti.  

—Ella carece de paciencia —acota, señalándome y riendo.

—Suerte con eso.

—Oye, estoy aquí —Levanto las manos—. ¡Hola! —Alex me besa, succionando mi labio como ya es su costumbre.

—Vamos a brindar —Se levanta y busca la champaña rosa que tenemos para ocasiones especiales; como esta…creo.

—Felicidades —le digo a Erik, levantándome para abrazarlo—. Disculpa como estaba, pero todavía no caigo.

—No te preocupes —responde y me abraza.

—Si le haces mal, te corto las pelotas y me hago un collar con ellas —lo amenazo en el oído y me separo de él.

Erik me mira sonriendo y vuelve a abrazarme, se aleja y gesticula con la boca "eso no va a pasar".

Luego de almorzar y de que Sole nos contara una y otra vez cómo Erik le pidió matrimonio, después de reírnos y pasarla bien, ellos se fueron y nosotros fuimos a buscar a Aye, que estaba en casa de mis padres, la cual hoy se encuentra atestada de custodios, ya que, por lo sucedido con Dany, Alex dobló la seguridad de todos nosotros. Ahora tengo dos niñeras más; traté de convencerlo que a mí no me pusiera más gente, pero fue inquebrantable, lo único que conseguí fue que dijera que, cuando encontraran a Dany, se iban a ir la mitad de los custodios, pero que ya no iba a estar más sin ellos, alegando que él siempre estuvo con custodia y que todos los que están con él van a estar también custodiados. Mi vida ya no va a ser la misma con las niñeras escoltándome.

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