NIKOLAI
Esperé en el auto, impaciente.
No suelo ser un hombre paciente, y menos cuando se trata de ella.
Desde que la vi entrar con esos dos idiotas, mi humor se fue a la m****a. Me obligué a quedarme quieto, pero mis dedos tamborileaban contra el volante con frustración.
Solo pensaba en cómo Luka la miraba, en su descaro, en su maldita sonrisa como si tuviera derecho a bromear con ella.
Él no tiene derecho a nada.
Mis pensamientos se interrumpieron cuando vi a Aria salir del edificio. Su expresión estaba tensa, como si estuviera debatiendo si decirme algo o no.
Eso ya es mala señal.
Bajé del auto y caminé hacia ella.
—¿Cómo te fue? —pregunté con naturalidad, pero mis ojos estaban atentos a cada pequeño cambio en su expresión.
Ella titubeó, lo cual solo me confirmó que algo andaba mal.
—Bien… —respondió, bajando la mirada—. Me pusieron en otro grupo para el concurso.
—¿Otro grupo? —pregunté con el ceño fruncido—¿Que sucedió?
—Sí. No será individual esta vez.
No respondió