“Usted no me ha olvidado, usted me ignora”
Mario Benedetti
ARIA
¡ME BESO! …NO ¡¡NOS BESAMOS!!
¡Dios mío! No lo puedo creer. ¿Qué acaba de pasar?
Los latidos de mi corazón chocan fuertemente contra mis costillas. Los escuchó...escuchó los latidos de su corazón tan cerca que me desespera.
Una desesperación me invade, el calor, el miedo y las ganas de llorar. Siento todo eso en mi.
Nikolai suelta mis mejillas, sus manos acarician mis brazos sobre la tela hasta llegar a mi espalda y me estrecha en un abrazo. Mis manos aprietan el borde de su saco con fuerza. No sé que estoy haciendo.
Él me sigue abrazando y yo a él. Nuestra respiración agitada se vuelve más calmada.
Ese beso fue el que me despertó de la ebriedad, aunque todavía siento el alcohol en mi sistema. Lo suelto en silencio, quito mi abrigo de sus manos y me lo acomodo. Cierro mis ojos con fuerza deseado tener fuerza en mis piernas así poder alejarme de él. Esto no puede estar pasando. No. No tengo que involu