ARIA
—Está bien si no quieres ir, cariño. —Jugueteé con los botones de mi camisa ligera, fingiendo que no me importaba su negativa—. Pero yo sí voy. Extraño el agua de Grecia.
Me giré y caminé hacia la cocina, dispuesta a buscar algo para cenar. Sentí su mirada perforándome la espalda, intensa, oscura… peligrosa.
Sabía que su mente estaba trabajando. Sabía exactamente lo que estaba imaginando. Y lo que estaba sintiendo.
Un pequeño triunfo me recorrió el pecho.
Nikolai Malishev odiaba la playa. Pero odiaba aún más la idea de que yo estuviera en la playa, en bikini, rodeada de hombres que me mirarían.
El silencio se alargó por unos segundos hasta que lo escuché exhalar bruscamente, como si intentara contenerse.
No funcionó.
—Iré contigo.
Me mordí el labio para ocultar mi sonrisa.
—¿Seguirás quejándote?
—Sí.
Rodé los ojos.
—Pero irás.
—Sí.
Me giré con una sonrisa.
—Sabía que dirías eso.
—Claro que lo sabías, cielo. —Me tomó de la cintura y me atrajo contra su pecho—. No