Capítulo 38.- El sobre.
La mañana comenzó con un silencio extraño. El cielo estaba encapotado, pesado, como si la tormenta que se avecinaba quisiera avisar de algo. Blair bajó al vestíbulo del edificio con la sensación de que la jornada no sería como las demás.
En la recepción, el portero le entregó un sobre manila, sin remitente, sellado con cinta adhesiva.
—Llegó hace una hora, señorita —dijo con indiferencia—. Un mensajero lo dejó.
Blair lo tomó con las manos frías. El aire a su alrededor se volvió más denso, como si cada fibra de su cuerpo reconociera la importancia de lo que sostenía. Madrid. La hermana de Simón.
Subió apresurada, cerró la puerta de su apartamento y se dejó caer en la mesa con el sobre frente a ella. Durante unos segundos no se atrevió a abrirlo. El papel parecía un animal dormido, peligroso, que podía despertar en cualquier momento para desgarrarle la vida.
Respiró hondo, cortó la cinta con unas tijeras y volcó el contenido.
El sobre vomitó una maraña de hojas gastadas: fotocopia