Capítulo 36.- Ecos del pasado.
Blair nunca había sentido el peso del silencio como esa noche. Cyrus dormía a su lado, ajeno a las sombras que lo rodeaban, mientras ella permanecía despierta, con los ojos abiertos en la oscuridad. El correo de Ezequiel se repetía en su mente como un eco implacable: “Incendio en construcción Clark. Tres muertos. Sospechas de negligencia.”
Era imposible reconciliar esa información con el hombre que tenía delante. El Cyrus que la había rescatado de las llamas con la mirada, el que la había besado con furia y ternura, ¿podía ser también el empresario que había callado la muerte de tres personas en un proyecto suyo?
Se levantó en silencio, con pasos felinos, y volvió al estudio. Esta vez no dudó. Encendió una lámpara pequeña en el escritorio y empezó a revisar cajones, archivadores, cualquier cosa que pudiera darle una pista.
Entre contratos y balances, encontró un sobre manila marcado con un sello extranjero. Al abrirlo, halló recortes de prensa en español. Uno de ellos llevaba el ti