Isabel se hundió en una tristeza abismal tras perder al bebé. No era solo el dolor físico que aún la atormentaba con punzadas insistentes en el vientre; era la sensación de vacío, de pérdida, de inutilidad.
Pasaba los días en su habitación, mirando por la ventana sin ver realmente nada. En un intento desesperado por encontrar consuelo, se acercó a Samantha, esperando que le brindara algo de apoyo, un refugio en medio del caos se sentía tan debil y frágil que sin importar de quién se tratara esperaba recibir un poco de consuelo. Al principio, la mujer pareció estar de su lado, con palabras de calma y algunas caricias fugaces en su cabello cuando la encontraba sumida en la tristeza. Sin embargo, la actitud de Mariano fue socavando lentamente ese lazo frágil que Isabel intentaba construir con su suegra.
—Ella perdió al bebé a propósito —decía Mariano cuando Samantha estaba cerca, en un tono casual, como si no estuviera destrozando lo poco que quedaba de Isabel—. No quería estar atada a n