El día pasó sin contratiempos, hasta que al llegar Samantha a la oficina, fue sorprendida por Mariano.
—Mamá, ¿no crees que estás solapando mucho a Isabel? Cada vez se vuelve más impertinente y es muy difícil estar a su alrededor, ¿como no puede ser como tú? Eres consciente de las cosas y no tienes problema con ello. —al instante, Samanta apretó los dientes al entender las estupideces que decía su propio hijo, ¿no tenía problema? por supuesto que lo tenía, sin embargo, el hecho de hablar o hacer más problemas sería más perjudicial para ella y él, de lo que se imaginaba, de verdad hubiera querido quedarse con el hombre que amaba y criar a su hijo con él, no obstante, el muy desgraciado prefirió seguir a la mujer que amaba que a la que le convenía.
Ese era su trauma y dolor más grande en la vida, Mariano sin imaginarse de los pensamientos de su madre, chasqueó la lengua y se despeinó frustrado.
—Dile a Isabel que no olvidaré esto, y será mejor que deje sus caprichos o llevaré a Jezab