Eirikr había estado tomando su distancia con Everly; después de ese día en el jardín, comenzó a ir de nuevo a la oficina todos los días, al menos desde las siete y hasta las tres o cuatro de la tarde. Ella no insistió más en querer saber todo lo que él había hecho para recuperar a su hija, y él tampoco se acercó a ella de manera romántica.
Sintió como si hubieran dado un paso atrás en su relación: ahora todo se había vuelto cordial y hasta había dejado de llamarla Nena; solo le decía su nombre de pila.
Cuando ella despertaba, él ya se había marchado, y cuando él volvía, toda su atención era para con Deneb. Trataba de recuperar el tiempo perdido con su hija, pero también no quería que Everly sintiera que la sofocaba. Le habían dolido sus palabras, claro que lo hicieron. Él la había estado buscando por tanto tiempo, que, cuando la encontró, no quiso perderla de nuevo y, sin pensarlo, había acaparado cada parte de ella.
Se culpaba a sí mismo por no darse cuenta de que ella también necesi