Analisse

Me alejé rápidamente de él. ¿Cómo se atrevía a besarme en una situación como esta? ¿Acaso cree que soy su juguete? ¿Una maldita marioneta?

—¿Por qué hiciste eso? —le reclamé, furiosa.

Él me miró con una expresión que no supe descifrar y respondió con esa voz tan calmada que me irritaba más.

—¿Por qué te molestaste? Solo fue un beso… Quizás nos están espiando, alguna cámara oculta. Así que trata de disimular.

—¿Entonces por esa razón me besaste? ¿Para aparentar? —le espeté con los brazos cruzados.

Se puso de pie y, como si nada, se revolvió el cabello.

—Por favor, dejemos nuestras diferencias. Aguantémonos hasta que todo esto termine.

—¡Tú todo lo tomas como un maldito juego! ¿Verdad? ¡Ay, Dios mío, por qué!

—Quiero llevar la fiesta en paz contigo y tú no te dejas llevar —insistió.

—¿Y cómo quieres que me deje llevar si tú tomas todo como un simple juego? Por favor, no se haga, señor Blackwell.

—No me hago —respondió serio—. Lo que pasa es que quiero que estemos bien, que haga