Leonard
Estaba enloquecido, sí, totalmente fuera de mí. Perdí la cabeza, no sé cómo, pero deseaba hacerle esto. No a cualquiera… a ella. Tocar su piel, besarla, hacerla mía. Escuchar sus gemidos, perderme en su interior hasta hacerla olvidar su propio nombre. Ahora mismo la tengo encima de mí, moviéndose suavemente, y mis labios descienden desde sus pechos hasta su vientre abultado, donde crece mi hijo.
Si...Mi hijo…
Con una mano, mientras la penetro lentamente, juego con su clítoris, ya húmedo y deliciosamente apretado. Me está volviendo un loco, que jamás imaginé ser. Y lo peor… es que es lo que menos quería: entregar mi corazón a esta mujer. Pero sin saber cómo, me está empezando a gustar, al punto de desear tenerla solo para mí, cerquita, y ser diferente con ella. Sin embargo, no, eso no debe pasar. No quiero volver a cometer ese error. Las mujeres son una trampa, como serpientes, te seducen, te envuelven, y después se alejan cuando estás en tu peor momento.
Ahora solo quiero disf