—Odio los domingos. Es horrible pensar que mañana debo ir a la escuela —Noah dice, con la mirada fija en la pantalla del gran televisor, donde los gráficos ultrarrealistas del videojuego brillan—. Muertoo —hace un bailecito torpe y divertido cuando mata a un jugador con el que ha estado peleando hace un buen rato.
—¿Qué tal tus calificaciones? —pregunto, esperando mi turno.
—No me va excelente como a Aubrey, pero bien —me pasa el mando del Playstation 5 cuando muere, cediéndome el control—. ¿Quieres unirte?
—Claro. ¿Tienes amigos?
—Mi mejor amigo es el hijo mayor de Megan Fox.
¿Y lo dice con tanta naturalidad?
—¿Todos tus compañeros son hijos de celebridades o personas muy adineradas? —pregunto, aunque era obvia la respuesta al estar en esta mansión.
—Sí, no hay ninguna excepción.
Dios, y en mi colegio éramos todos unos Randoms. La vida de Emma es muy diferente a la de Arabella.
Juego con Noah a Call of Duty por aproximadamente cuarenta minutos y después, sintiéndome ya satisfecha con