Al llegar a casa, voy directo al baño a darme una larga ducha. Necesito que el agua hirviendo se lleve la resaca, la tensión y el recuerdo de la queja de la señora de las avellanas.Mi día no había sido del todo bueno. Tuve un problema con mi jefe, George, minutos antes de irme de la heladería por el maldito niño que no se dio cuenta de que el helado de Nutella traía trozos de avellana. Al parecer, la mamá habló con él para quejarse de mi "actitud poco servicial" sin importar que, al final, sí le di una solución. George, por supuesto, estuvo de lado del cliente. La frustración me carcome.Cuando termino mi tiempo de relajo, envuelta en una toalla que huele a cloro y suavizante, voy hacia mi habitación. Me pongo mi pijama; un pantalón de tela delgada ideal para el calor y una polera de tiritas. Me tiro sobre mi cama y prendo la televisión, decidiendo que la música de YouTube es la única terapia que necesito. Pongo Thank You de Dido, una canción que me devuelve a una época más simple, y
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