MILA
La puerta se abre lentamente, y yo me preparo para defender a mis hijos. Mi corazón late con fuerza, y mi respiración se vuelve agitada. Estoy lista para matar a cualquiera que atraviese esa puerta y amenace la seguridad de mis hijos.
Mi mirada se fija en la puerta, y yo aprieto los dientes. La tensión es palpable, y puedo sentir el miedo y la ansiedad que emanan de mis hijos. El conductor y Alisa también están tensos, listos para defenderse.
La puerta se abre un poco más, y yo puedo ver una figura en el umbral. Mi corazón late con fuerza, y yo me preparo para disparar.
Pero entonces, la figura se mueve hacia adelante, y yo puedo ver su rostro. Es Maximiliano. Mi corazón se detiene, y yo siento un alivio enorme.
—Max —susurro, mi voz temblando de emoción.
Maximiliano entra en la habitación, su mirada fija en mí y en mis hijos. Su rostro está tenso, y puedo ver la preocupación en sus ojos.
—¿Están bien? —pregunta, su voz baja y urgente.
Asiento, aún tratando de procesar lo que est