MILA
Maximiliano entra en la habitación, su rostro serio y su tono de voz grave. Me tensa inmediatamente, sintiendo un golpe de ansiedad en mi pecho.
—Tenemos que hablar —dice, su mirada fija en mí.
Natalia y yo nos separamos, y ella me da un abrazo rápido antes de retroceder. Puedo sentir su mirada preocupada sobre mí, pero no dice nada.
Me siento en la cama, tratando de prepararme para lo que Maximiliano tiene que decir. Su expresión es grave, y puedo sentir la tensión en el aire.
—¿Qué pasa? —pregunto, tratando de mantener la calma.
Maximiliano se sienta a mi lado, su mirada fija en mí. Puedo sentir su mano cerca de la mía, pero no la toma.
—Es sobre lo que pasó el día de hoy—dice, su voz baja y seria—. Hay algo que debes saber. Algo que podría cambiar todo.
Natalia acaba de salir de la habitación, y puedo sentir un poco de alivio después de nuestra conversación. Pero ahora, Maximiliano tiene una expresión seria en su rostro, y puedo sentir que algo está mal.
—¿Qué pasa? —le pregun