MAXIMILIANO
—Follame—me lo pide estando de piernas abiertas.
—Quiero sentir tus labios —me susurra con voz seductora.
—No necesitas pedir permiso —le respondo con una sonrisa, y sin esperar más, se lanza sobre mí, besándome con una pasión que me deja sin aliento.
Puedo sentir su deseo en cada movimiento de sus labios, en la forma en que aprieta mi mano y enreda sus dedos en mi cabello. Me gusta la forma en que lo hace, es como si cada beso fuera una promesa de algo más.
—¿Por qué tus besos me hacen sentir así? —pregunta, separándose de mí y apoyando su cabeza en mi pecho.
—¿Así cómo? —le pregunto, acariciando su cabello.
—Como si nada más importara —responde, levantando la vista hacia mí.
—Si nos hace felices, ¿por qué deberíamos preocuparnos por lo que piensen los demás? —le digo, sonriendo.
—Pero... —comienza a decir, y luego se detiene.
—¿Qué pasa? —le pregunto, mirándola con curiosidad.
—Tengo miedo —dice finalmente, apartando la cabeza para mirarme.
—¿De qué? —le pregunto, acaric