8. MI TUA CANTANTE
ÁRNYÉK T:
Me doy la vuelta y camino hacia la baranda, mirando la ciudad de Luxemburgo en la noche. En el hotel, todo parece tranquilo, pero mi mente no deja de agitarse. ¿Cómo debo proceder? Ella ni siquiera sabe quién es del todo.
—Señor, no olvide que es una humana que despide su olor, ¿o no se dio cuenta? Fue por eso que la encontré —me recuerda Sirius.
—¿Mi olor? ¿Qué quieres decir con mi olor? —lo miro seriamente—. ¿Cómo va a despedir mi olor si no es mi Tua Cantante?
Sirius parece vacilar por un momento. La presión de mis palabras cae sobre él como una amenaza silenciosa.
—Compruébelo usted, señor —insiste de nuevo—. Creo que esa humana es su pareja destinada, su Tua Cantante.
Mi cuerpo se tensa ante su revelación. La idea de que una humana, una simple humana, cargue con mi esencia me resulta tanto intrigante como repulsiva.
—Señor, ¿por qué dejó de ser humano? —pregunta Sirius.
Me miro y me doy cuenta de que me he convertido de nuevo en un murciélago. Me enfurezco, lanzando un