C54: Voy a morir aquí.
Y así, con una facilidad casi absurda, consiguió que Dorian la guiara hasta la frontera.
Durante los siguientes días, Somali prestó atención a cada mínimo detalle mientras él le mostraba los límites del territorio. Memorizó el número de centinelas, el ritmo en el que rotaban, los cambios de guardia. Dorian, sin darse cuenta, le proporcionaba toda la información que necesitaba. Le hablaba sobre la seguridad del Clan con la confianza de quien jamás imaginaría que ella pensaba en escapar.
—Esa zona de allá es más densa —explicó él, señalando un punto en la espesura—. La vegetación es un poco más cerrada, lo que hace que el patrullaje sea más difícil, pero igual la vigilamos.
Somali se esforzó por no reaccionar. Ahí estaba su salida.
—¿Qué hay del otro lado?
—El bosque —respondió él sin darle demasiada importancia—. Kilómetros y kilómetros de nada. Si te adentras demasiado, te perderás.
Exactamente lo que necesitaba.
Pero no podía marcharse todavía. Si se iba demasiado pronto, levantaría