Sin embargo, Nolan no mostró compasión. La sujetó del brazo con firmeza, obligándola a levantar la vista hasta que sus ojos se encontraron con los suyos.—Somali, escúchame —impuso con autoridad—. Tú sabes que Dorian, el Alfa inmortal, no puede morir. Lo has visto con tus propios ojos. Has estado en el laboratorio con él, lo has estudiado. Han intentado de todo para acabar con él, y puedo deducir que lo han sometido a incontables experimentos… pero sigue en pie. Nada puede matarlo.Hizo una pausa, permitiendo que sus palabras se asentaran en la mente de Somali, dejando que el peso de la verdad cayera sobre ella como una losa.—Pero hay alguien que sí puede acabar con él. Y esa persona eres tú —añadió.—¿Yo…? —soltó, sin comprender del todo.—Sí, tú —afirmó Nolan con una sonrisa tensa—. Tú puedes absorber su vitalidad. Y cuando lo hagas, no habrá manera de que pueda salvarse. No hay escape para él. Ni su inmortalidad, ni su fuerza descomunal podrán protegerlo de lo que tú puedes hacerl
Somali, con la respiración agitada, trató de enfocarlo con la mirada.—¿Qué… qué está pasando? —logró preguntar con voz rasposa.Nolan apretó la mandíbula y la tomó del brazo con más fuerza.—Dorian está aquí.Aquella información la golpeó con la fuerza de un rayo. —¿Dorian? ¿El sujeto Alfa? —articuló, con los ojos abiertos de par en par—. ¿Está aquí?—Sí —confirmó Nolan—. Está aquí, así que escúchame, Somali, esta es tu oportunidad. Dijiste que querías vengarte de él, ¿no es así? Bueno, entonces ahora es el momento de hacerlo. Te llevaré directamente ante él.Somali sintió cómo su piel se erizaba al escuchar lo que Nolan acababa de pronunciar. Su corazón latía con fuerza, acelerado no solo por el impacto de saber que Dorian estaba cerca, sino por las emociones y sensaciones que se enredaban dentro de ella. Su cuerpo estaba destrozado, agotado hasta el límite, y la idea de enfrentarse a él en esas condiciones le parecía un delirio imposible.—No… —declaró, sacudiendo la cabeza con de
El aullido de Dorian fue tan potente, tan desgarrador, que las bestias a su alrededor se retorcieron en agonía. Lobos aullaban de dolor, otros se desplomaban con las patas cubriéndose las orejas, desesperados por sofocar aquel estruendo que los volvía locos.Nolan sintió el sonido vibrar en sus huesos como una maldición. Maldijo por lo bajo, soltando a Somali y llevándose ambas manos a los oídos, pero la intensidad del grito seguía penetrando en su cráneo como dagas ardientes.Y entonces, el Alfa inmortal corrió a toda velocidad y se abalanzó sobre él.El impacto fue brutal. Dorian, aún en su forma de lobo, se lanzó con una fuerza descomunal y con la furia de un vendaval imparable. Nolan apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que la mandíbula de la bestia estuviera a centímetros de su cuello. Sin alternativa, su cuerpo cambió, con su piel rasgándose en una transformación veloz hasta que su figura humana desapareció, dando paso a un lobo de pelaje oscuro y ojos rojos.La batalla ent
Los lobos de su manada, el Clan Varhallow, quienes se reunieron alrededor de la cabaña, lo miraban con ojos escépticos. La última vez que vieron al Alfa Dorian, lo habían atrapado los humanos y lo llevaron al laboratorio. Sin embargo, allí estaba, imponente y majestuoso, con el pelaje dorado brillando bajo la luz de la luna, y con una mujer humana desmayada sobre su espalda.Un murmullo inquieto recorrió entre la multitud, pero antes de que alguien pudiera cuestionar lo que estaba sucediendo, Dorian soltó un rugido que hizo que todos se enderezaran de inmediato.—¡¿Qué están esperando?! —bramó con voz poderosa—. ¡Traigan a la doctora! ¡Ahora!Su orden no dejó lugar a dudas y dos lobos se apresuraron a buscar a la doctora Zeira sin perder más tiempo. Mientras tanto, Dorian colocó a Somali en una camilla, para después tomar su apariencia humana.Después de que trajeran a Zeira, la misma miró primero al Alfa y luego a Somali, para después ponerse en marcha sin hacer preguntas. Le quitó a
Dorian permaneció observando a Somali en silencio, con una mirada sosegada, casi como si estuviera esperando pacientemente. No mostró ni el más mínimo signo de inquietud ni irritación ante la amenaza que ella creía representar con la jeringa, que en sus manos parecía un artefacto peligroso.En lugar de eso, lo que reflejaba el rostro de aquel hombre de pelo y ojos dorados, era una curiosidad profunda, como si intentara desentrañar las complejidades de las emociones turbulentas que danzaban en las pupilas de ella, como si cada uno de sus gestos y pensamientos fueran un enigma que él intentaba comprender.—Zeira, déjanos solos —ordenó el Alfa, sin apartar la vista de Somali.—Me gustaría revisarla antes —respondió Zaira—. Aún no ha sanado del todo y es necesario asegurarme de que sus heridas no empeoren.Dorian sonrió levemente, pero negó con la cabeza.—No creo que en este momento sea posible —alegó—. No te permitirá acercarte a ella. Será mejor que esperes afuera. Cuando todo esté en
—Al principio, pensé que todo lo que Nolan me decía no era más que una tontería —continuó Somali—. La más absurda de las fantasías, una historia sacada de un cuento ridículo para niños. No había manera de que fuera real. ¿Cómo iba a creer que yo era una loba? ¿Cómo podía aceptar que mi vida entera había sido una mentira? Me reí de él cuando me lo dijo. Pensé que estaba tratando de manipularme con ideas locas.Hizo una breve pasa antes de agregar más detalles.—Pero luego… ocurrió algo. Descubrí que podría se cierto que soy una loba, porque dentro de mí hay un poder. Aún es débil, es cierto, pero existe. No es una fantasía ni una alucinación. Es real. Y si ese poder es real, entonces significa que Nolan tenía razón. Todo lo que me contó es cierto.Sus ojos se clavaron en Dorian, como si intentaran atravesarlo y romper esa máscara de serenidad que él mantenía con tanto control.—Fuiste tú quien me llevó al mundo humano —señaló con seguridad—. Me arrancaste de lo que debía ser mi destino
Dorian avanzó con calma, pero Somali no bajó la jeringa. Su pulso se aceleró, pero su agarre seguía firme, lista para clavársela en cuanto estuviera lo suficientemente cerca. Y lo hizo.En cuanto Dorian estuvo frente a ella, Somali enterró la jeringa en su pecho con la mayor fuerza que su debilitado cuerpo le permitió. Sin embargo, la reacción que obtuvo no fue la que esperaba. Dorian ni siquiera frunció el ceño. No hubo una mueca de dolor, ni un quejido, ni un reflejo instintivo de rechazo. De todas las torturas, mutilaciones, desmembramientos y granadas explosivas que había sufrido, una jeringa en el corazón no era nada para él, así que simplemente la miró, como si aquel acto de agresión fuera tan insignificante como una leve brisa golpeando su piel.Entonces, con lentitud y una serenidad escalofriante, Dorian cerró sus dedos alrededor de la mano de Somali, la misma que todavía sostenía la jeringa clavada en su cuerpo. Su toque no fue brusco, ni violento, pero había una firmeza inqu
Dorian la observó sin articular palabra. No había enojo en su expresión, ni rastro de la ira que cualquiera podría esperar ante la hostilidad de Somali. Solo la contemplaba, con esa serenidad imperturbable que tanto la desconcertaba.—Tu mente está envenenada, Somali —aseveró—. Y mientras sigas aferrándote a esa rabia, mientras no seas capaz de escuchar más allá de lo que Nolan te hizo creer, será imposible que tengamos una conversación real.El tono de su voz no era condescendiente ni recriminatorio. Era un hecho, dicho con la frialdad de quien ha aprendido a enfrentar el dolor con racionalidad. —El día en que estés lista para abrir la mente, cuando realmente puedas aceptar todo lo que tengo para decirte, hablaremos en condiciones más justas. Pero ahora mismo, lo importante no es eso. Lo primordial es que te recuperes. Estás débil y lastimada. Necesitas sanar. Por lo tanto, vas a quedarte aquí. Comerás bien, beberás suficiente agua, descansarás. Recuperarás tu fuerza, tu estabilida