C136: Si tengo que elegir, lo elijo a él.
La habitación seguía siendo un santuario de sombras. Las plantas alrededor del hogar hacía tiempo que se habían marchitado. No quedaba más verdor que el que los recuerdos podían ofrecer, y aún así, dentro de aquella habitación todo lo que existía parecía latir con un ritmo triste, pesado, como si el tiempo mismo se negara a avanzar.
Somali llevaba semanas en cama. Respiraba, vivía, pero apenas. Dormía la mayor parte del día, y cuando despertaba, lo hacía solo por instantes, con los párpados temblando y los labios secos pronunciando palabras poco audibles. Su cuerpo, antes fuerte, ágil, luminoso, era ahora una figura frágil tendida sobre un lecho que parecía demasiado vasto para ella.
Y sin embargo, esa tarde, algo distinto ocurrió.
Dorian, sentado como siempre a su lado, le acariciaba con suavidad la palma de la mano, como quien desea retener el calor que amenaza con irse. Su frente estaba inclinada y los ojos perdidos en los pliegues de las sábanas. El miedo le había tomado la gargan