C133: Equilibrio temporal.
La luz apenas entraba por las gruesas cortinas de la habitación donde Somali llevaba semanas recluida. Todo allí se mantenía en silencio, como si incluso las paredes contuvieran la respiración. La atmósfera era pesada, llena de una energía latente que no dejaba de moverse, inquieta, como un río subterráneo que buscaba salida. Somali yacía en el lecho amplio y mullido, pero su cuerpo, pálido y delgado, parecía ajeno al descanso. Su respiración era lenta, y aunque sus ojos a veces se abrían, ya no mostraban el brillo vivaz de antes.
Zeira venía a diario. A veces más de una vez al día. La examinaba con sumo cuidado, la observaba dormir, le tomaba el pulso, vigilaba su temperatura, revisaba el crecimiento de su vientre con sus dedos suaves y precisos. También anotaba cada pequeño cambio en un cuaderno que no se separaba de ella. Pero por más que observaba, no podía ofrecer respuestas definitivas. Lo único evidente era que el deterioro se había detenido... sin embargo, la mejora no llegaba