Grecia salió del lugar ayudada del abogado, en dos ocasiones estaba por desmayarse y el hombre la llevó al hospital de emergencia, Doris llegó rápidamente. “¿Qué pasó? ¿Por qué estás aquí?”. Ella con angustia acarició la mano de su amiga. Grecia apretó fuerte la mano de Doris y se dirigió al abogado que estaba de pie en la habitación. “¿Hay alguna forma de revocar lo que el señor Alarcón dispuso?”. El hombre acomodó sus lentes negando con su cabeza. “¿El dinero puedo devolverlo?”. Siguió cuestionando. El abogado afirmó. “Si, pero tiene que pasar un año, el señor Alarcón se lo dio para su seguridad, no podemos saber qué puede pasar en el futuro inmediato”. Grecia entendió lo que el abogado le advertía, ahora con más ganas la familia Alarcón podrían querer lastimarla, sin embargo, no quería el dinero y estaba decidida a no gastar ni un solo peso. Doris la llevó al departamento y la ayudó a recostarse, minutos después le llevó un té caliente a la habitación, avisándole. “Tengo que i
Noa aunque estaba confundido no creía mucho en sus palabras. Se encerró en el baño lavándose y al mirarse en el espejo intentaba despejar su mente, agarró fuerte el lavabo tratando de buscar en su mente, sin embargo. No recordaba nada… al salir Jimena se vestía cabizbaja, en la cama no estaban las sábanas para cubrirse solo el cubre colchón y noto una mancha roja. Esto puso de muy mal humor a Noa. Busco su ropa diciendo. “Te llevaré a tu casa”. Ella afirmó tímidamente mirándolo, al girar y no verle más, molesta frunció el ceño. Noa desconfiaba de ella. Noa estacionó el auto, todo se quedó en silencio por unos segundos, la actitud de Jimena era sumisa y llena de tristeza, daba pena. Noa suspiró largo. “Lo que paso…” Tomó unos segundos para explicarse bien. “De verdad no estoy seguro, no recuerdo nada, pero te voy a dejar en claro algo”. El giro a mirarle, Jimena puso atención. “Yo tengo novia y estamos a punto de casarnos, no me gustaría tener problemas con ella. La amó”. Jimena n
Grecia revisó su teléfono, Noa no había llamado ni siquiera un mensaje, Jimena dio el aviso. “Terminamos por hoy”. Todas caminaron a los vestidores, Citlali se quedó con ella. “Entonces tú y Noa ¿Ya están juntos?”. Jimena sonrió mirando de reojo a Grecia. “Si, el día del evento pasamos la noche juntos, él es encantador, fue tan amable conmigo…” Grecia se quedó en su lugar al escuchar, Doris frunció el ceño acercándose a su amiga mirando a las dos arpías. Citlali siguió. “Entonces ya es formal, ustedes están saliendo”. Jimena se burló. “Vamos a hablarlo con mi papa hoy para pedir permiso…” Se alejaron juntas, su cometido ya había terminado, lo único que querían es que Grecia escuchara. Doris acarició el brazo de su amiga. “No les hagas caso, deben ser puras mentiras, ya conoces a Jimena”. Grecia giró su rostro a su amiga y entre lágrimas le menciono. “Noa no me ha llamado, ni siquiera me manda un mensaje”. Doris se quedó en silencio. Grecia tomó su móvil y lo llamó, ahora se da
Ya muy tarde… Noa llegó al departamento de Grecia, estacionó el coche, subió al departamento y entró sin hacer ruido, todo estaba en silencio, caminó por la sala hasta la habitación, pensó que Grecia estaba dormida por la hora sin embargo la encontró cerca de la ventana sentada admirando la noche. Noa camino hasta ella sentándose en el piso cerca. Recargó su espalda en la pared mirando un punto fijo en la habitación, estaba cansado y confundido. A pesar de todo seguía creyendo que todo lo que decían de Grecia era mentira. Hubo un silencio cómodo entre ellos para calmar sus corazones. “Ayer… amanecí en la cama con Jimena”. Él apretó su frente cansado mientras le decía a Grecia, no quería que se enterara por otra persona. Grecia hizo una línea de su boca, sabía que tarde o temprano algo así pasaría, Jimena era una mujer cruel y muy astuta. Noa trato de convencer a Grecia y a sí mismo. “No creo que ella y yo… solo amanecí con ella, pero te juro que te amo y nunca te haría padecer alg
Las chicas estaban calladas con miedo, se miraron entre sí, no sabían qué hacer, hasta que una valiente dijo. “No fue culpa de la entrenadora”. Otra mencionó para defender a Grecia. “La señorita Jimena cambió la rutina”. Arturo también entró y escuchó a las chicas defender a Grecia. Emanuel no entendía porque su hermana cambió la rutina. Grecia se sentía querida por todas y agradeció en el fondo. Giro a informandoles. “Salgan a apoyar al equipo en las bancas”. Todas afirmaron y salieron, Doris se mordió el labio, pensaba si irse o quedarse, Grecia le dio una señal de que se fuera, Doris le dio una última mirada a Emanuel. Arturo también salió encontrándose con Doris en la puerta. “¿Te vas a quedar aquí?” Le preguntó a la mujer. Doris afirmó. “No puedo dejarla sola con esa bestia”. Arturo le dijo burlonamente. “Mi amigo no es ninguna bestia”. Doris se burló. “No lo conoces”. Adentro en el vestidor, Emanuel se acercó a Grecia caminando despacio mientras la interrogaba. “¿Qué es
Horas más tarde… Noa estacionó el auto afuera de la casa en Rosario, Grecia guardó su teléfono después de mandar un mensaje a Doris avisando que estaba fuera de la ciudad. Ella bajó y al acercarse junto con Noa escucharon el piano, él sonrió. “¿Es Ema?”. Grecia mostró una gran sonrisa. “Mi pequeña siempre ha amado la música”. Lidia les abrió la puerta, tenía una sonrisa que daba algo de miedo, era como si estuviera emocionada, pero a la vez perturbada. “¿Escuchas? Es Ema”. Exclamó rápidamente abandonándolos en la puerta para que entraran solos. Caminaron por él recibidor hasta la sala mientras Lidia no dejaba de parlotear. “¿Recuerdas a Lorena, mi vecina? Su cuñada se mudó a vivir con ella y casualmente es maestra de piano, Ema está encantada, ha progresado mucho y…” Grecia escuchaba mientras caminaba por la habitación, ella no contenía la alegría que sentía al escuchar a Lidia el progreso de su pequeña. Sin embargo, cuando se acercó más al lugar donde estaba el piano cerca de l
Diez de la mañana, Suite del Hotel Victoria al Norte de México…Una mujer abrió poco a poco los ojos tratando de ajustarse a la luz que entraba por la ventana, ella parpadeó varias veces, tenía un fuerte dolor de cabeza, un sabor amargo en su boca y los labios resecos, al sentarse notó que no llevaba ropa, giró su mirada hacia el otro lado de la cama, tratando de recordar qué había sucedido, fue cuando se encontró un hombre dormido boca abajo desnudo.Ella se asustó en el momento, empezó a hiperventilar, busco su ropa por el lugar, pero no había nada, ni siquiera la del hombre.El hombre empezó a moverse, tenía el mismo estado que la mujer, trató de incorporarse apretando su cabeza. Con los ojos entrecerrados observó a la mujer a su lado. “¿Qué...?” Desorientado la reconoció, pero no el lugar.Ella se levantó cubriéndose con una de las sábanas. Estaba a punto de hablar con el hombre en la cama sin embargo no tuvo oportunidad, la puerta se abrió, un joven estaba de pie mirándolos. Ca
Las chicas en la cancha estaban concentradas en cada paso, en las cargadas y las indicaciones que gritaba la capitana.Ambos equipos tenían entrenamientos fuertes, también llevaban rigurosas dietas y muchas reglas, sin embargo, para las mujeres que pertenecían al equipo todavía era más duro, se necesitaba demasiado temple, fuerza, fortaleza y convicción, las aspirantes se preparaban muchos años antes, desde pequeñas debían tener las mejores calificaciones y un comportamiento adecuado para poder ser alumna de la universidad. Cuando eran aceptadas empezaban entrenamientos largos y cansados, donde llevaban clases extracurriculares, baile, ballet, canto, gimnasia entre otras disciplinas antes de querer ser parte o convertirse en una estrella de los Centuriones.Ya listas se inscriben en la audición de cada año, se hacían filas muy largas para poder tener la oportunidad de presentarte ante los encargados del equipo, desde la entrenadora, capitana, médicos especializados, los altos mandos