El chirrido de las ruedas de varios autos irrumpiendo en medio de los dos bandos hizo que todos se pusieran en alerta máxima. Para mi sorpresa, vi cómo Alonso y Dante descendían del mismo vehículo, armados hasta los dientes, y enfrentaban a Concetta, quien palideció al verlos y retrocedió dos pasos al ver cómo Nectáreo se colocaba al lado de los Treviño, los cuales supe más tarde que eran reconocidos en el mundo de la mafia por ser despiadados y letales.
El corazón me latía con tanta fuerza que temía que pudiera escucharse desde afuera. Alonso, mi amado Alonso, estaba aquí, en medio de esta peligrosa confrontación. Dante, su hermano, lo respaldaba sin dudarlo, ambos dispuestos a enfrentar a Concetta por mí, bueno..., por Diletta.—Vaya, vaya, si son los hermanos Treviño —escupió Concetta con desdén, aunque no pudo ocultar po