77. CELIA Y EL AMOR
En medio de mi somnolencia, miré a Alonso, quien sonrió y, sin responder, me atrajo hacia él besándome con pasión, haciéndome olvidar todo lo demás. Sus labios me devoraban con un ardor abrasador y, a pesar del cansancio que me consumía, me dejé llevar. Amaba a este hombre que lo arriesgaba todo por mí.
Ahora, entre sus brazos, sentía muy distante mi vida como Celia, la directora de una empresa que no me pertenecía ni reconocía. Y sobre todo, el amor que creía sentir por Roger, se había esfumado por completo de mi vida. En estos momentos desnuda entre sus brazos, solo existía él.
—Amor, tengo sueño —traté de escapar sin mucho esfuerzo, debatiéndome entre el querer y el no querer—. ¿Cuál es tu apellido?
Estaba segura de haber escuchado: "Palabra de Garibaldi". Siguió besándome sin responder, así que extendí mi mano para tomar su billetera sin que él pusiera resistencia. Tomé su identificación: Alonso Treviño. Un suspiro de alivio salió de mi pecho.
—¿Y si fuera un Garibaldi? —preg