Mientras preparaba todo a mi gusto con una atención que nunca antes me había permitido, pensaba en lo que me había dicho mi desconocido complaciente. Luchar contra Celeste con sus mismas armas. ¿Sería capaz de hacerlo? Siempre había sido la seria, la que apenas sonreía y mucho menos adulaba a nadie. Pero… él parecía saber lo que me decía. Probaré, nada se pierde con hacerlo.
Roger se despertó y se acercó a mí. Su mirada llevaba un peso de culpa; cree que le reclamaré por haber dejado que durmiera sola en nuestra primera noche en la nueva casa, pero no digo nada, ni siquiera un susurro. Estoy más allá de eso ahora. Nunca dormí a su lado y jamás lo haré. Tengo unos brazos donde refugiarme y no son los suyos. ¡Mi desconocido complaciente! Ji, ji, ji… —¡Vaya, Ceci! ¡Qué linda est&a