Mundo de ficçãoIniciar sessãoEl abuelo extrajo los documentos y, efectivamente, allí estaba: Cedera pertenecía a los Garibaldi. Era el lugar donde solían pasar las vacaciones, un paraíso olvidado por el tiempo y los secretos familiares. Nos miramos llenos de esperanza, nuestros ojos brillando con la promesa de un nuevo comienzo; ya teníamos el lugar al que nos dirigiríamos, solo era cuestión de resolver lo que faltaba e irnos. La idea de enviar una avanzada para prepararlo todo tomó forma en nuestras mentes, como un plan que comenzaba a materializarse.
—¿Y dices que mi mujer es de esa isla? —preguntó papá, con desconcierto e incredulidad. Se pasó una mano por el cabello canoso, tratando de procesar la información—. Yo la conocí en el colegio y me dijo que no tenía familia. En verdad no averigüé mucho, como me dio el corrientazo Garibaldi y papá me explicó lo que significaba, la elegí y me casé con ella cuando quedó embarazada de ti, Fabrizio. Mamá, siempre que nunca nos había parecido un






