Mundo ficciónIniciar sesiónMi padre también me miró, pero le sostuve la mirada y entendió lo que quería decir. Nadie mejor que él para comprender el miedo que atenazaba mi garganta ante la presión de tantas vidas que proteger sobre mis hombros. Me apretó la mano y soltó una risa entrecortada que se convirtió en una mueca de dolor.
—Dices bien, hijo —respondió con voz ronca—. No le hagas caso a Rossi. Todavía hay Fabrizio para rato, no te dejaré solo todavía, no aún —repitió al ver mi mirada de preocupación y agregó para tranquilizarme—. No te preocupes, Filipo, reconstruiremos todos esos edificios que sacrificaste de Roma si es necesario. Dinero es lo que nos sobra. —No he dicho que esté en contra de lo que hizo —aclaró el tío Rossi con una sonrisa astuta mientras comenzaba a examinar la herida de mi padre—. Fue una jugada maestra que salvó muchas vidas y me evitó mucho trabajo. Sólo menciono que es una jugada arriesgada. Puede volver como un bumerán si descubren que fuimos nosotros. —Lo






