DANTE:
La volví a besar, asegurándole que todo pasaría rápido, y avancé. ¡Era verdad! No podía creerlo, y cuando decidí avanzar más, el toque de Alonso repiqueteando en la puerta me hizo saltar como un resorte haciendo que saliera de ella de un golpe. Me vestí rápidamente, tomé mis armas y salí corriendo, dejando a Diletta mirándome con sus ojos incrédulos.
—¿A dónde? —pregunté, al verlo girar y salir corriendo sigilosamente por la salida secreta del jardín de Gabriel, una de tantas que nos conducía a los autos preparados y listos para ser usados en cualquier momento.—A la casa de mis padres —respondió mientras nos alejábamos. Nuestros hombres, siempre atentos, nos observaron y al ver mi asentimiento, nos siguieron como sombras silenciosas.—¿Recuerdas lo que encontra