ALONSO:
Las figuras encapuchadas avanzaron con movimientos fluidos y precisos, como si fueran sombras vivientes. El primer choque fue brutal; Como un maniático sabiendo que debía defender a mi mujer y a mi futuro hijo a toda costa, le dirigí una mirada a mi sobrino Filippo, quien asintió. Dante y yo, seguidos por la mitad de mis hombres, arremetimos con todo contra ellos, honrando el sobrenombre que teníamos en el mundo de la mafia: "Los Ángeles de la Muerte".
Mientras tanto, Filippo y el resto de mis hombres retrocedían hacia la habitación, cerrándola herméticamente con Celia adentro, a pesar de que los gritos envueltos en tos de mi amada se escuchaban claramente.—¡Alonso, Alonso, regresen, regresen, no me dejen sola! —gritaba ella desesperada llena de terror ahogándose por la tos. —¡Dante, Alonso…!—Confía en mi sobrino a