243. UNA DIVERSION QUE PUEDE SALIR MAL. CELOS
Salvatore y Salvi se giran para ver a sus padres, que entran a la casa discutiendo también, se quedan en silencio escuchándolos.
— Elvi, no me gusta que sigas recogiendo todos los ramos de flores que te dan —le reclama Rossi a Elvira, que entra con las manos llenas de hermosas flores.
— Pero querido, ¿qué culpa tienen las flores? —dice ella con los brazos llenos y las huele—. Son tan hermosas que me da pena dejarlas tiradas en el piso.
— ¡Pero no me gusta que otros hombres te regalen flores, Elvi! ¡Te compraré un jardín entero! —dice visiblemente celoso el doctor Rossi.
— Rossi, deja los celos —le responde ahora Elvira muy seria y agrega ella también celosa—, que yo no te digo nada cuando saludas y sonríes a todas aquellas mujeres que se desviven porque tú te gires para ellas.
— Eso es diferente, Elvi —trata de esquivar Rossi el ataque de ella—, solo las saludo, pero no acepto nada de lo que me dan o piden.
— ¿Qué es lo que te piden, Rossi, si se puede saber? —lo interroga Elvira cami