CAPÍTULO 11. Mientras fingías dormir.
—¿Quién más está contigo? —preguntó, observando a los lados, pues sabía que la nana de Irina dormía en una pequeña casa fuera de la hacienda, ya que, según ella, le gustaba la privacidad y tener su propio espacio.
—Déjate de pendejadas, aquí no hay nadie —su tono ya no le era algo fuera de lo normal, porque Orlando le hablaba así de cortante. Sin embargo, más que aborrecimiento, ahora estaba irritado, porque Cristina se estaba convirtiendo en una carga bastante molesta para él.
La hizo salir sujetándola con fuerza por el brazo, a pesar de que ella le explicaba que había ido por agua.
—No te morirás si no tomas agua hasta mañana —expresó con sorna.
Un suspiro de alivio salió de Irina. Corrió a su dormitorio con tanta rapidez que parecía que sus pies no tocaban el suelo. Lo que no quería era volver a encontrarse con Orlando, porque no se arriesgaría nuevamente. Además, estaba de suerte, porque Miguel llegó dos minutos después de que ella se había acostado sin apenas tomar un baño; los n