32. NO TE CIERRES.
El no de mi abuela fue rotundo y yo no esperaba aquella negativa a vivir con nosotros, al principio la pelea duró casi dos horas dentro de la habitación del hospital, se negó a salir de allí si debía vivir con nosotros.
—Abuela, no es necesario.
—No tengo razones para vivir con ustedes dos.
—¿Entonces con quién vas a vivir?
—Sola.
—Sabes que es imposible, requieren de cuidados especiales.
—Yo puedo.
—Señora —intervino Ivar, ya muy cansado—, Valeska y yo hicimos todo para que usted esté cómoda.
—Y lo agradezco, pero no quiero ser una carga para ustedes.
—Le aseguro que no será una carga, todo está listo —la insistencia de Ivar por convencer a mi abuela, me ayudó a relajarme un poco. Pero ella no cedía en nada.
—Ustedes están recién casados y no creo que sea prudente que yo...
—Tenemos dos enfermeras, una cocinera y una persona encargada de la limpieza, ni usted ni Valeska se deben preocupar por nada —¿en qué momento Ivar contrató a todo ese personal? Lo miré sorprendida por l