EXTRA.
Igor nació muy pequeño, cuando lo tuve entre mis brazos me asusté. Creí que podría lastimarlo con solo tocarlo, mis manos en comparación con su pequeño tamaño parecían gigantes, pero desde que tomó mi dedo meñique me di cuenta que ese pequeño tendría la fuerza de su madre y mía en un solo empaque.

—¿Crees que me reconozca? —le pregunté a Valeska que aun seguía un poco pálida.

—Sabe que eres su padre.

—¿Cómo? Es… es tan pequeño.

La fragilidad de Igor entre mis brazos, sus pequeños ojos cerrados, esa ligera capa de pelo rubio sobre su redonda cabeza, su piel blanca, todo era extraño y perfecto al mismo tiempo, mientras lo continuaba arrullando y mirando en esa habitación de hospital, no podía evitar tener en mi cabeza el recuerdo de cada segundo junto a Valeska.

Era como un remolino sin fin, desde que éramos niños me había atrapado con su dulzura, cuando la volví a ver en aquel hospital y luego en la calle. Cada encuentro solo me hizo caer más y más profundo.

—¿En que piensas?

—E
CATA PAEZ

Ahora si mis amores, no siendo mas, les agradezco por todo el apoyo, el cariño brindado y en un rato subo los finales de MI DULCE OBSESIÓN.

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