33. VIVIENDO JUNTOS.
—¿Y de tu padre? ¿Lograste despedirte de él? —sentí como el nudo de mi garganta, doloroso, bajo a mi estómago y mi piel se puso fría enseguida, había algo en su pregunta y en su mirada que no me gusto.
—Bueno eso fue diferente, fue un accidente.
Nos quedamos en silencio, había más dolor en nosotros dos y nuestros pasados del necesario para dos personas tan jóvenes.
—Señor, debemos partir —nos advirtió el conductor.
—Si, gracias.
Ivar pasó su brazo por mi cintura y me dejó caminar delante de él, hasta que escuchamos un grito.
—¡Valeska! ¡Valeska! —ambos giramos y vi venir corriendo al hombre que un día fue un chico y trabajaba para mi abuela como su contador personal.
—Nick, qué alegría verte —le saludé cuando ya estaba junto a nosotros dos.
—Estaba... trabajando y casi no logro llegar a despedirme, vine a visitar a tu abuela casi todos los días, pero nunca estabas —Ivar tomó mi mano, aunque su brazo ya rodeaba mi cintura. Era increíblemente territorial.
—Es que estaba en...
—Mucho