Capítulo 205. Compasión inesperada.

Adrián Soler

Pandora empezó a sudar. Su respiración se volvió entrecortada, y su piel, que ya era pálida, tomó un tono casi transparente. Me arrodillé a su lado y toqué su frente. Ardía.

—Maldición —murmuré, sin saber si hablaba con ella o conmigo mismo.

No podía dejarla así, tirada en el sofá. La tomé entre mis brazos con cuidado; era ligera, como si el peso del miedo le hubiera comido los huesos.

La llevé a mi habitación, porque la de invitados la había agarrado para oficina y estaba llena de documentos y paranoia. La acosté sobre la cama.

Busqué un paño, lo empapé con agua fría y empecé a limpiarle la frente.

Su piel estaba húmeda, el cabello pegado al rostro. A cada respiración, su pecho subía y bajaba con esfuerzo.

No entendía por qué lo hacía.

Cuidar a alguien que había sido parte de mi ruina no tenía ningún sentido. Pero verla así, frágil, temblando… desarmaba cualquier rastro de rencor.

Fui a la cocina, buscando algo que le ayudara. No había gran cosa: café frío, galletas viej
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