—Es un placer, señor Anderson —dijo Alice sonriente, y él frunce el ceño levemente, no comprende por qué le dijo eso en medio de una conversación sumamente candente.
—¿Dije algo malo? —pregunta intentando descifrar sus palabras.
—Hasta aquí llegó… La he pasado de maravilla.
Damián esboza una sonrisa sin lograr entender por qué no van a continuar. —¿Acaso piensas dejarme así? Te viste sexy, me seduces, me enciendes como el infierno, ¿y me dejas? ¿Estás jugando? —La toma de la cintura y ella mira los labios de Damián con una provocación letal.
—Nos hemos casado y no tuvimos una noche romántica, noche que el esposo —lo mira a los ojos— debe organizar —habla con dificultad, claramente ella está que se deja devorar por ese hombre, pero le quiere poner una pequeña prueba.
—Lo puedo hacer, pero ahora —la empieza a besar, intentando bajar el cierre de su vestido para poder tocarla como debe ser— consumamos la pasión —le besa el cuello y Alice echa su cabeza hacia atrás.
El móvil de Alice empie