—¡Jefe, por favor…! —Miguel baja del auto rápidamente al ver lo enojado que está Damián. Han llegado al apartamento de Dylan—. Usted es un hombre muy importante, no puede perder la cabeza, si la prensa…
—¡Al diablo la prensa! —espetó Anderson con dureza—. Dylan no puede pasar por encima de mí, ni él, ni nadie. —Sube al ascensor y Miguel igual.
—¿Y si no es Dylan, mi señor? Eso sería un gran escándalo, sería… el momento perfecto para él, como le digo, lo hemos seguido y no muestra nada sospechoso, solo reuniones con empresarios, visitas a clubes nocturnos y verlo salir con diferentes mujeres. —Salen del ascensor, Miguel saca su pañuelo para secar el sudor de su frente—. Con esta visita, Miguel, me daré cuenta de muchas cosas, no quiero ni una sola palabra. —Llegan al apartamento y Damián toca con fuerza.
—Señor Anderson, yo siempre lo apoyo en todo, pero esto… —Las palabras de Miguel fueron interrumpidas.
—¡Damian Anderson! —lo menciona Dylan, literalmente sorprendido por su visita.
—¡