Miguel suelta un suspiro y, para evitar un regaño de su jefe por insistir en ser detallista y más considerado con su esposa, lo mira con respeto y saca un sobre de su blazer. Extiende su mano y Damián mira el sobre con extrañeza. —¿Qué hay en ese sobre? —pregunta con el ceño fruncido.
—En ese sobre logramos localizar, gracias al señor Villarreal, quien fue sumamente difícil de convencer… Tenemos toda la información del taxista.
Anderson le arrebata el sobre a Miguel y se apresura a abrirlo. —Miguel, no quiero errores —Damián observa la foto del degenerado que había secuestrado a Alice— y que mi esposa no se entere de nada, la quiero fuera de todo esto.
—Como usted ordene, señor.
—¡Ese maldito hijo de puta! ¡Encuéntralo! Estoy seguro de que fue contratado por otra persona. En cuanto sepa quién carajos es, se va a arrepentir de haberse metido conmigo. ¿Cómo se atreven a desafiar a un hombre como yo? —espetó, sintiendo que la furia lo consumía. Por poco destruye la foto, por lo que prefir