—¡BÁJALE DOS RAYITAS A TU CARÁCTER, ALICE! Si te estoy diciendo que es un malentendido es porque es así. Además, alguien quiere perjudicar mi imagen. Daremos una buena explicación porque no quiero que esta polémica afecte a mi empresa.
—¿Te estás escuchando, Damián? —Se acerca al escritorio y su mano libre la apoya con determinación, y él no mira esa determinación, sino los ojos llorosos de Alice—. ¡Solo estás pensando en ti y tu empresa! —espetó—. Nada de esto estaría pasando si no fuera por tu poco compromiso en este matrimonio. No es la primera vez que te ven con esa mujer y yo, tu esposa, soy la burla, el tema perfecto de conversación. Solo piensas en ti, en tu título de CEO y en tu empresa, no piensas en nadie más, solo en ti —se le quiebra la voz en la última frase y Anderson apoya sus codos sobre la mesa. Su rostro muestra tranquilidad porque sabe que no hizo nada malo con Mariana, y que evidentemente alguien está detrás de todo este espectáculo.
Cooper, al ver que él no dice n