Miguel se dispone a llamar mientras maneja, pero el oficial no contesta.
—Nada, jefe… quizás está ocupado —Miguel lo mira por el retrovisor.
—¿Y la detective, lograste hablar con ella?
—Tampoco contesta, jefe. Además, la fueron a buscar a su apartamento, pero aún no me han dado razón.
Damia le iba a decir algo, pero Alice se movió y eso captó su atención. —Damián…— susurró Alice, teniendo una visión algo borrosa.
—Aquí estoy… perdóname, Alice —dijo algo desesperado y Miguel pasa saliva, puede apreciar lo mucho que su jefe la ama.
—¿Dónde estoy? —se fue a levantar, pero Damián no la deja.
—Vamos a la clínica, es mi culpa.
—Mis bebés… —ella lleva sus manos a su vientre.
—No pasa nada, pequeña —la agarra bien y ella recuerda lo de Thomas, luego al tener una visión clara, mira las manos de Damián—. Tus manos… están llenas de sangre y tu traje tiene salpicaduras de ellas.
—No importa, lo importante eres tú, quiero asegurarme de que estés bien y los bebés estén bien.
—Estamos bien —dijo para