Wilson aparta con fuerza a Thomas, quien por poco pierde el equilibrio y mira a una Alice enfadada, con el rostro rojo de ira.
—Alice… yo —intenta hablar cuando siente un fuerte puñetazo en su mejilla derecha.
—¡Damián! —exclama Alice el nombre del padre de sus hijos, quien se ve totalmente diferente, un hombre hecho chispas con una mirada asesina.
—¡Saca a Alice de aquí! —ordena Damián a Wilson.
—Señora, vamos por favor —el chófer se acerca, pero ella se aparta.
—Alice —la vuelve a mencionar Thomas y escupe sangre, pues Damián, cuando está enojado, cuando el diablo se apodera de él, sus golpes descargan una ira letal.
—¿¡Cómo te atreves a tocarla!? ¡Te lo dije, maldito infeliz! —Damián se acercó a él y Thomas fue a responder el golpe, pero le fue imposible. Damián fue más ágil y terminó dándole en la otra mejilla.
—¡No, Damián, no pelees por favor! —suplica Alice y Wilson tuvo que agarrarla al ver sus intenciones de intervenir, y en peleas de hombres lo mejor es no meterse —¡Lo vas a