Volver a ver el castillo en medio del prado en flor, bajo el cielo muy azul del verano y un sol radiante, no me produjo la emoción que esperaba. Creí que sería como un esperado regreso al hogar, como me daba cuenta que le ocurría a los demás. Sin embargo, no fue así.
Tal vez porque la salud de la reina, y lo que eso significaría para mí en el futuro cercano, había ocupado mis pensamientos más y más durante el viaje. Tal vez por la misma razón por la que había querido mudarme al norte después que naciera mi hijo. Los lobos son seres que prosperan en grupos, rodeados por su familia, y cuantos más, mejor. Pero no era mi caso.
No lo había sido en el pasado, y no creía que lo fuera ahora, después de lo que nos ocurriera. Sentía una necesidad de tranquilidad que rayaba con la urgencia. Lo que menos quería era la conmiseración comp