Una bandada de cuervos curiosos vinieron a posarse en las ramas bajas cuando salimos del bosque. Se veían tan inteligentes y curiosos, que si ocupábamos ese castillo, con el tiempo tendríamos suficientes aves mensajeras para cubrir todo el norte.
Seguimos la línea de árboles hasta dar con el camino que venía del castillo, y comprobamos que la nevada del día anterior no había hecho más que espolvorearlo. Claras en el lodo bajo las gruesas ramas de los robles que lo bordeaban, hallamos un revoltijo de huellas de cascos.
No podían datar de cuando Olena nos llevara al sur, porque se veían demasiado frescas para ser de dos meses atrás. De modo que bien podían ser de Risa y su tropilla de caballos de recambio, que al parecer pasara por allí menos de una semana atrás.
Mi esperanza decidió que eran de Risa, el sentido común de Ragnar y mis sobrinos estuvo de acuerdo, de modo que las seguimos de regreso hacia el Camino Real.
Allí descubrimos que el sendero q