Owen entró a la manada Colmillo como una bestia herida, con la furia escrita en cada línea de su rostro. El vendaje improvisado cubría la cuenca vacía de su ojo izquierdo, y aunque sus hombres lo miraban con respeto, también podían sentir el aire de violencia que emanaba de su alfa. Cada paso que daba retumbaba con la promesa de destrucción.
Zoe lo seguía de cerca, con los labios apretados y las manos entrelazadas para ocultar el temblor de sus dedos. La traición que había cometido contra Logan ahora pesaba más que nunca. Sabía que, tarde o temprano, la verdad saldría a la luz, y cuando eso ocurriera, el alfa de la manada Tormenta iría tras ella sin piedad.
Al llegar a la sala principal de la manada, Owen se desplomó en un sillón de cuero negro, con un gruñido gutural que estremeció a todos los presentes. Se quitó el vendaje con brusquedad, mostrando la herida fresca. La sangre seca manchaba parte de su rostro, y su ojo sano ardía con un brillo carmesí de odio.
Zoe tragó saliva, dio u