Logan observó a Mia en silencio mientras ella caminaba por el pasillo de la casa alfa, con el cabello suelto cayendo como un río oscuro por su espalda y una serenidad que contrastaba con la tormenta que él sentía dentro.
Sus labios se curvaron en una leve sonrisa, casi involuntaria, mientras su lobo gruñía con aprobación en su mente:
“Es hermosa, en verdad lo es.” Logan asintió apenas, como si respondiera a ese pensamiento sin palabras, y cuando ella dobló la esquina y desapareció de su vista, él se giró lentamente, regresando a su silla frente al escritorio. De nuevo rodeado por papeles, informes y decisiones, retomó su trabajo, pero el leve calor en su pecho se negó a apagarse.
Jacob irrumpió en el despacho de Logan sin siquiera tocar. Su respiración agitada y su camisa empapada de sudor evidenciaban la urgencia. Logan alzó la mirada desde los documentos que revisaba con gesto concentrado. No necesitó más que una mirada para saber que algo grave había sucedido.
—Logan —dijo Jacob